sábado, 29 de marzo de 2008

EL CINE DESDE MI PUNTO DE VISTA

Para mí el cine es un entretenimiento, un medio que me permite reflexionar y una forma ficticia de existencia paralela a la realidad. Nuestra vida diaria es monótona y aburrida y está cargada de problemas, obligaciones y responsabilidades. Para muchos, cada día promete ser nuevo a pesar de tener que ir a clase, al trabajo, a distintos cursos de idiomas, a la autoescuela o a hacer diversas gestiones. Al menos siempre hay algo o alguien que hace que una jornada no sea idéntica a la siguiente y a veces, se dan situaciones muy agradables, aunque no se repiten tanto como quisiéramos.

En la vida real, las cosas positivas ocurren pocas veces y no siempre son tan maravillosas como imaginábamos. Creo que a todos nos gustaría elegir cuándo y cómo deberían suceder y el cine es un medio que intenta cumplir ese deseo. Por eso, con gran acierto alguien hizo referencia al cine como “la fábrica de sueños” porque con frecuencia, a través de la pantalla, vemos imágenes buenas, escenas geniales o situaciones extraordinarias que nos hacen sonreír, aunque hayamos tenido un mal día. Un gesto o una mirada de los personajes que transmita alegría, ilusión o esperanza podría hacerme sentir lo mismo si el contexto en el que lo veo es propicio. Lógicamente, si me encuentro triste, no surtirá el mismo efecto que si estoy receptiva a lo que cada imagen puede ofrecerme.

El cine nos transforma de una manera que ni siquiera imaginamos en el sentido de que nos sumerge en un mundo ajeno, pero que vivimos como si fuera propio. Cuando voy a una sala, decido la película que quiero ver en función de su argumento o los actores y actrices que intervienen en ella, pero en el fondo, espero que esa cinta vaya más allá y refleje experiencias, situaciones o momentos que querría vivir. Por ejemplo, sé que nunca seré una heroína de cómic, pero me divierte mucho imaginarlo mientras veo a una mujer en la pantalla a la que todos respetan y temen gracias a su valentía. Por eso, el cine de súper-héroes me suele atraer ya que muestra hechos imposibles como si estuvieran al alcance de cualquiera y, en el fondo, detrás de todas esas escenas frenéticas e impactantes, comunica una serie de ideas y valores como el coraje, la astucia, la ambición o la perseverancia, que en determinadas situaciones me gustaría tener. Pueden ser imágenes de una heroína a la que parece que sólo le importa su apariencia física y cómo la ven los demás, pero yo veo otra cosa: sentimientos a través de los cuales puedo sentirme identificada.

Otras veces lo que busco en el cine es todo lo contrario: una historia que no tenga nada que ver conmigo, pero que me haga darme cuenta de cómo no me gustaría ser o lo que nunca haría. Tal es el caso de cualquier película de terror en la que el asesino interpreta un papel esencial que me impide centrar la atención en otro personaje que no sea él. El protagonista es tan opuesto a mí, que despierta mi curiosidad y es capaz de sorprenderme de tal manera que me mantiene pegada a la butaca. Destaco el personaje de Hannibal Lecter, el popular caníbal de El silencio de los corderos y otras cintas posteriores, capaz de atraparme y al mismo tiempo, hacerme odiar lo que él representa: un ser humano en contra de su propia naturaleza. En este caso concreto, la película no es ficción al cien por cien porque ya se ha hablado de casos de caníbales en la vida real, lo cual convierte la historia en algo aún más espeluznante y repulsivo, pero también más cercano.

En relación a esta conexión con la realidad, creo que el cine es básicamente ilusión o ficción, aunque con fragmentos de verdad. Considero que las películas que más se acercan a acontecimientos reales son las bélicas, las históricas y las biográficas, pero aún así, cuentan una verdad incompleta y lejana y dan una mayor importancia a lo que se han inventado los guionistas para enriquecer la historia. La razón de esto la veo sencilla porque, como he comentado al principio, la realidad puede ser aburrida, triste y monótona y ningún espectador quiere ver eso reflejado en la pantalla si no se acompaña de amor, emoción, sorpresa o alegría. Para sufrir durante dos horas sin recibir otro estímulo a cambio, prefiero quedarme como estoy o ver un documental basado en hechos probados, y si tengo que sufrir, hacerlo por mí misma en la vida real.

Una verdad ficticia la encuentro en Titanic, que ganó once oscars y que a pesar de contar el naufragio del famoso trasatlántico con una gran fuerza y emotividad, centró la mayor parte de su argumento en el amor que unió a sus protagonistas. Y sinceramente, pienso que ese fue el motivo de su éxito, no el hecho de mostrar la tragedia con imágenes. No obstante, las combinaciones entre amor y desgracia, especialmente si se dan en el cine histórico o bélico, me parecen preciosas.

Otro reflejo parcial de la verdad son las películas biográficas, que me permiten conocer en mayor profundidad a personajes célebres de la historia como inventores, músicos, políticos, ingenieros o pacifistas, entre otros. Tal es el caso de Howard Hughes, el famoso aviador interpretado por Leonardo DiCaprio en la cinta El aviador, en la que se muestran sus éxitos y su posterior decadencia. De los géneros que combinan realidad y ficción, pienso que el biográfico es el que más se decanta por la imaginación y el que menos nos acerca a lo real, pues me suele enseñar un personaje demasiado fascinante que me parece menos humano y menos creíble porque se exageran sus logros y se le muestra como alguien muy brillante e inaccesible.

El cine de compromiso social también refleja ciertos aspectos de la realidad, y además, los denuncia, por lo que pienso que se aproxima aún más al público. Es el caso de películas que narran temas como enfermedades graves, problemas con el alcohol, drogadicción, prostitución o prejuicios sociales. Este cine me da una lección de tolerancia porque muestra a personas marginadas en la sociedad como gente normal con sentimientos y necesidades, y lo hace a través de escenas en las que alguien siempre les entiende y se compromete con ellos para ayudarles. Por desgracia, en nuestra vida diaria no somos suficientemente solidarios y a menudo tenemos miedo de aquello que no conocemos y tampoco nos esforzamos por conocer. Estas películas me enseñan cómo debería comportarme ante problemas humanos de este tipo y me gustan porque son bastante verosímiles.

Desde otra perspectiva, pero también en relación a lo que aprendo con las imágenes, veo el cine infantil como un método de enseñanza ejemplar de valores básicos que todo niño debe tener. Todavía recuerdo películas que me mostraron el valor de la amistad, el respeto, la comprensión o el empeño por saber. Me refiero a cintas tan populares como Dumbo, Bambi o Matilda, realizadas para entretener y educar. Pienso que este es el cine más bonito que se puede hacer y, paradójicamente, creo que es el que menos se promueve porque siempre se suele dar mayor apoyo comercial a grandes producciones para jóvenes y adultos y se deja de lado lo que el cine infantil nos puede ofrecer.

En definitiva, no puedo quedarme con un solo tipo de cine porque cada vez que voy a ver una película busco un estímulo diferente que convierte el hecho de ir a una sala en un verdadero acontecimiento, en una situación de incertidumbre por averiguar qué me ofrecen, qué elijo y finalmente, qué veo y cómo lo veo. Una misma película me puede parecer completamente distinta según mi estado de ánimo o las personas que me acompañen a verla. Me influye mucho un mal horario, el ambiente de la sala o incluso lo que esté comiendo mientras porque si estoy a disgusto por cualquier motivo no me concentro igual en la historia y no me adentro en ella.
Pocas películas me transmiten una sensación profunda y especial porque la mayoría están concebidas principalmente para entretener. Las que se crean con el único fin de emocionar y llegar al espectador, suelen resultarme aburridas o demasiado largas ya que no tienen nada que ofrecer más que gestos, miradas y sentimientos, aunque me resultan todavía peores las que tienen escenas de silencios prolongados muy difíciles de digerir.
Hay ocasiones en las que las películas de este tipo me provocan el efecto contrario: me apasionan. No obstante, no puedo verlas más de una vez porque siento que pierden la esencia y el encanto del primer día. Esto me ocurre con El diario de Noah, que en mi opinión, está hecha para disfrutarla una única vez y en una sala de cine.


Considero que es necesaria una perfecta y equilibrada combinación entre profundidad y hechos para que no perciba que me he quedado estancada en una historia sin acción que no me va a aportar nada. Me refiero a la acción basada en los efectos especiales que ahora están de moda y también, a la sucesión de hechos que les ocurren a los protagonistas y que enriquecen aquello de lo que hablan.
Hay películas que debido a esa armonía en su contenido no me cansaría de ver nunca en el sofá de mi sala de estar, en un tiempo reservado sólo para mí y con absoluta tranquilidad. De esa forma puedo meterme de lleno en la piel de los personajes, y no me importa que ya haya visto antes la historia y sepa con antelación qué va a ocurrir porque gracias a eso podré descubrir cosas nuevas que la primera vez pasé por alto.


En ocasiones, al personaje principal le ocurre una desgracia que llega a conmoverme, pero cuyas consecuencias me alejan totalmente de la idea principal que yo tenía sobre la historia. Esa contradicción entre mi idea preconcebida del argumento y lo que ocurre de verdad, puede hacerme perder el interés por completo o engancharme todavía más. Las circunstancias en las que vea la película influyen en eso especialmente y hacen que me sienta como el protagonista o por el contrario, no esté nada de acuerdo con él.

Otras películas se centran en el humor absurdo y aunque, muestran situaciones realmente tontas e imposibles, ofrecen bromas que yo he visto o he vivido a mi alrededor. Gracias a esa cercanía con mi propia experiencia me río aún más con el argumento, me identifico, paso un buen rato y además, aprendo a reírme de mí misma.

Por último, pienso que la música que forma parte de la historia de cada película es esencial para que termine de captar mi atención por completo. Una buena melodía adaptada al argumento aporta mucha fuerza a lo que veo y según las circunstancias, puede hacerme reír o llorar, por lo que intensifica mis emociones. Sin embargo, una pésima canción perjudica a las imágenes inevitablemente
En definitiva, desde mi punto de vista, el cine está para disfrutarlo con los cinco sentidos ya que sólo de esa manera podremos vivir y sentir lo que estamos viendo. Es un regalo para la vista que enriquece nuestros días.


A.M.N

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dios!, nunca vi el cine desde un punto de vista tan intenso la verdad.

Me gusta ver cine que me entretenga y aunque no soy muy cinefilo si tengo alguna pelicula que considero un antes y un despues en mi mismo jejeje, de las primeras que causo esta sensación en mi es "el rey león" (si lo se no es una pelicula para ver ahora, pero cuando la vi por primera vez me quede WATH? :D).

La pelicula que mas me ha gustado y que soy capaz de ver una vez cada 3 dias es "Cadena perpetua" (Morgan Freman y Tim Robins) luego tambien me ha gustado muchisimo mas de lo que me esperaba (porque me esperaba la tipica peli de accion y punto) a sido "V de Vendeta", os la recomiendo a todos aquellos que no la hayais visto.

Otro tema aparte son los directores, hay directores que antes fueron ,y en ocasiones siguen siendo, actores que me gustan muchisimo mas como directores que como actores, vease el ejemplo de Mel gibson y su "Apocalipto" [que angustia dios mio, y cuando crees que todo a acabado y que por fin se reune con su familia y vivira feliz se muestra una imagen en la que ven como llegan los barcos de Hernan Cortes (o Pizarro, que aun no me ha quedado claro si es el imperio Inca o el Azteca)] y por supuesto Clen Estwod (o como se escriba) y su maravillosa Mistic River, una pelicula genial que reune a dos de los actores mas impresionantes que se puede ver en el cine Sean Pen y Tim robins, simplemente expectacular.


Saludos y sigue con tu blog, aunque es verdad que algun que otro post se hace pelin espesillo, quiza para darle mas fluidez deberias dividir mas las ideas que quieres expresar, un truco es meter un articulo en dos partes, esto suele funcionar bastante bien :D.

Anónimo dijo...

Posssss....cómo me aburro con esta calor, la virgen. Tanto que me he dado hoy cuenta de que nunca he puesto un comentario en este tema con lo que me gusta. Al fin y al cabo nadie entra en mi blog y creo que eso me frena a la hora de escribir por ahi, aunque siempre inteno poner algo en este.
El cine es una evasión de la realidad para introducirte en otra. Ves historias que ya sabes cómo acaban una y otra vez, pero las sigues necesitando. Durante hora y media (creo que esto está también en el tema original de Aly) tu mente se despeja de las malas experiencias: muertes, depresiones, depresiones por muertes, que considero que deberían ser las únicas que existiesen y todo eso.
No hay una película perfecta, porque siempre falla el guión, el reparto, el director o el encargado de la correción de errores visuales, creo que se llama Skich o Script, pero hace mucho que no lo veo escrito en ningún sitio y no estoy seguro.
Pero si, Clint Eastwood es mejor director que actor y todavía me pongo con Dustin Hoffman, Pacino, De Niro y Di Caprio. Mi película favorita me costó encontrarla es Freaks o La Parada de los Monstruos. Me la puso el profesor de filosofía del instituo y ya no me la pude sacar de la cabeza. Por eso saque ahi un 4.5 en selectividad. Bueno ya me tapo la boca. Muak!