domingo, 23 de diciembre de 2007

BLANCA NAVIDAD (cuando nieva)

Y cargada de tentaciones: turrón (de queso con arándanos, me encanta), polvorones (de todas clases: ahí no hago distinción), bombones, mazapán, frutos secos, dátiles (que no me gustan, pero ahí están), roscón... la lista es interminable. Bien podría distribuirse esta cantidad insana de comida calórica a lo largo de todo el año y no venderse de golpe. Así no hay quien dosifique las raciones ni se resista... total, al final acabas con un empacho de susto y mirando los dulces con cara de asco, como si ellos tuvieran la culpa de tu gula descontrolada. Porque... a ver si alguien se atreve a decirme que come todo esto porque tiene hambre... de eso nada, los dulces navideños se comen por vicio, porque están encima de la mesa, en una bandeja estratégicamente colocada a la altura de la vista y que no deja tiempo de escapatoria. Da igual que sea en casa propia o ajena: siempre nos llevamos algo a la boca ya que, si por casualidad, nos olvidamos de que la bandeja está ahí (todo es posible), ya se encarga el anfitrión de ponérnosla en la cara e insistir para que cojamos algo. Y claro, quién va a decir que no, para que piensen que estás a dieta o tienes anorexia (que seguro que lo pensarán). Sólo te quedan dos opciones: o te inventas que tienes un empacho de campeonato (lo cual resultaría bastante creíble en estas fechas) o sucumbes a la tentación. Pero, eso sí, que luego nadie se queje de que ha ganado dos o tres kilos... porque al fin y al cabo es lo que toca.

Feliz Navidad a todos!!!Y Feliz 2008!!!

A.M.N

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