sábado, 9 de agosto de 2008

88 MINUTOS

Canadá, EE.UU, 103 min. , color. Thriller.
Director: Jon Avnet.
Guión: Gary Scott Thompson.
Intérpretes: Al Pacino, Alicia Witt, Amy Brenneman, Leelee Sobieski.



El tiempo real transcurre despacio

Contar los minutos uno a uno puede ser desagradable. Es lo que ocurre en esta película que pretende ofrecer una historia original al público, pero que se enreda en demasiadas cuestiones superfluas que no conducen a nada y sólo ocupan más tiempo.

Jack Gramm es un psiquiatra forense del FBI que ha conseguido a través de su declaración la condena a muerte de Jon Foster, un asesino en serie. Cuando faltan unas horas para la ejecución del criminal, Gramm recibe una llamada que le amenaza de muerte: sólo le quedan 88 minutos de vida. A lo largo de toda la cinta, el guionista se encarga de recordarnos el tiempo que falta, lo que convierte la historia en lenta y aburrida.

El lenguaje es demasiado sencillo y carece de la menor emoción. No logra trasmitir el sufrimiento o el miedo del protagonista en ningún momento, ya sea por culpa de la interpretación de Al Pacino, sin un atisbo de humanidad, o por las palabras empleadas en sus diálogos. Eso sí, a Jack Gramm le quiere todo el mundo: sus compañeros del FBI, sus alumnos y sus amantes. Es triste que un sentimiento tan compartido por los personajes no llegue en absoluto al espectador.

En ocasiones, el uso de la música en situaciones inoportunas despista al público y le aleja de la atmósfera que se intenta crear. Además, se reflejan hechos tan poco creíbles que el espectador jamás podrá meterse del todo en la trama. Nadie tiene tanto poder como para opinar y decidir por sí mismo el futuro de un criminal.

Al Pacino nunca me ha gustado, aunque he visto pocas películas suyas. Lo cierto es que huyo de él porque siempre tengo la extraña corazonada de que su forma de actuar no me va a llenar. Y lo curioso es que acierto. Sólo disfruté de su presencia en Pactar con el diablo y es posible que me gustase porque también aparecían Keanu Reeves y Charlize Theron.

Por eso, en 88 minutos si el actor protagonista encima no convence, la historia puede convertirse en una interminable cuenta atrás que desespera y empuja a pedir a gritos el final. Y cuando éste llega, es tan típico que causa vacío e indiferencia, casi la misma sensación que si no se hubiese visto ninguna película o peor aún, la idea de haber perdido el tiempo.
A.M.N

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