domingo, 23 de diciembre de 2007

BLANCA NAVIDAD (cuando nieva)

Y cargada de tentaciones: turrón (de queso con arándanos, me encanta), polvorones (de todas clases: ahí no hago distinción), bombones, mazapán, frutos secos, dátiles (que no me gustan, pero ahí están), roscón... la lista es interminable. Bien podría distribuirse esta cantidad insana de comida calórica a lo largo de todo el año y no venderse de golpe. Así no hay quien dosifique las raciones ni se resista... total, al final acabas con un empacho de susto y mirando los dulces con cara de asco, como si ellos tuvieran la culpa de tu gula descontrolada. Porque... a ver si alguien se atreve a decirme que come todo esto porque tiene hambre... de eso nada, los dulces navideños se comen por vicio, porque están encima de la mesa, en una bandeja estratégicamente colocada a la altura de la vista y que no deja tiempo de escapatoria. Da igual que sea en casa propia o ajena: siempre nos llevamos algo a la boca ya que, si por casualidad, nos olvidamos de que la bandeja está ahí (todo es posible), ya se encarga el anfitrión de ponérnosla en la cara e insistir para que cojamos algo. Y claro, quién va a decir que no, para que piensen que estás a dieta o tienes anorexia (que seguro que lo pensarán). Sólo te quedan dos opciones: o te inventas que tienes un empacho de campeonato (lo cual resultaría bastante creíble en estas fechas) o sucumbes a la tentación. Pero, eso sí, que luego nadie se queje de que ha ganado dos o tres kilos... porque al fin y al cabo es lo que toca.

Feliz Navidad a todos!!!Y Feliz 2008!!!

A.M.N

sábado, 1 de diciembre de 2007

EL PERFIL DEL CONSUMIDOR DE CIRUGÍA ESTÉTICA EN ESPAÑA

El culto al cuerpo y el deseo de estar delgados son dos ideas muy presentes en la mentalidad de nuestra sociedad. La población ya no sólo compra bienes materiales o alimentos, sino que también paga un precio por su belleza (los costes no los cubre la Seguridad Social) y asume que los resultados que se obtienen por medio de la cirugía son para toda la vida, ya sea para bien o para mal. Las intervenciones estéticas aparecen como una nueva forma de inversión que ha incrementado su oferta como consecuencia de la gran demanda de los últimos años. Prueba del valor que ha adquirido este tipo de cirugía es que para calcular la inflación, ahora el Gobierno también la incluye como producto de consumo.

Las primeras muestras de este tipo de cirugía se remontan a la antigüedad, pero es a partir de los años setenta y ochenta cuando empiezan a popularizarse y valorarse, sobre todo, por la influencia de los medios de comunicación, la publicidad y el cine.
El consumo y las necesidades personales: teorías
El valor fundamental de la sociedad industrial es el consumo, y por tanto, los individuos que la componen sienten el deseo o la necesidad de adquirir bienes y servicios para integrarse en ella. El profesor Horovitz distingue entre necesidades implícitas y explícitas. Las primeras se relacionan con las características del producto o servicio y las segundas engloban todos los beneficios que obtiene el cliente, también llamados prestaciones. Además, el autor añade que lo que percibe o siente el individuo antes de consumir cambia sus necesidades, y al mismo tiempo, transforma la idea que tiene acerca de lo que le van a ofrecer, es decir, sus expectativas.
Según los economistas, los medios o recursos son necesidades y, a la vez fines, y tal como la definía Robbins, la economía trata de estudiar cómo se pueden utilizar cosas necesarias para obtener cosas también necesarias. A partir de esta idea, se extrae que la necesidad mueve la economía y el comportamiento de consumo.

Desde la perspectiva de la psicología y la sociología, existen diversos postulados o teorías acerca del comportamiento del consumidor.
Una de las más conocidas es la teoría de las necesidades de Maslow, que habla de cinco necesidades básicas del ser humano para ser feliz: fisiológicas, de seguridad, de aceptación social, de prestigio o éxito y de autorrealización o creación. Las necesidades fisiológicas deben estar satisfechas para que, progresivamente, el individuo sienta las demás, por lo que no es habitual pasar de unas necesidades a otras sin seguir el orden que se establece. En relación al tema de la cirugía estética, el cliente no tendría la necesidad fisiológica de operarse (pues este tipo de necesidad se asocia a algo biológico, como el hambre), por lo que directamente pasaría a sentir la necesidad de estar seguro (en este caso, con su cuerpo), ser aceptado por la gente de su entorno y que ésta le valore de algún modo y, finalmente, sentirse realizado con lo que ha conseguido.

El consumo es una acción social, es decir, varios individuos reaccionan ante el acto de compra y le dan un sentido personal. Para Weber (1995: 47), la acción social se puede comprender de acuerdo a cuatro criterios: su finalidad racional, su valoración racional, su carga emocional y su tradición. Por tanto, cuando una persona consume no sólo atiende a sus necesidades y deseos, sino también a sus hábitos, sus costumbres, los objetivos que persigue, la utilidad, etc. En cualquier caso, las acciones siempre persiguen una finalidad deseada de forma subjetiva por cada uno, aunque también pueden tener resultados imprevistos (como, por ejemplo, desilusión después de la compra, si no se ajusta a lo que se buscaba).

En el campo de la psicología, el enfoque humanístico-existencial sostiene que el consumidor busca la autorrealización con su actitud de compra, que es una de las necesidades de las que habla Maslow. El individuo es libre y bueno y, cuando consume, sólo busca sentirse bien consigo mismo, aunque después la sociedad le corrompe y le lleva a consumir porque los demás lo hacen, sin pensar si necesita hacerlo o no.
Otra teoría destacada y que se relaciona con la psicología es el conductismo, que estudia al individuo a partir de su propia conducta, mediante la introspección, es decir, el estudio de la experiencia desde el interior de la persona. La conducta surge a partir de un estímulo (mensaje comercial) que genera una respuesta (consumo) y el individuo se siente realizado cuando le valoran los demás al adquirir un bien o servicio, y frustrado cuando no puede satisfacer sus necesidades.

La psicología social defiende que la influencia de la sociedad y del grupo es fundamental para conocer la actitud de consumo de cada persona que lo integra.
De forma específica, la sociología sitúa al hombre en una posición dentro de la estructura social, en la cual existen unas normas de vida y de conciencia que él aprende. Para comprender el hecho de que los seres humanos necesitan consumir, existen algunos postulados sociológicos como los que dicen que las personas tienden a maximizar su satisfacción física, su felicidad y su bienestar (buscan maximizarlo mediante la compra), valoran más las actividades que les dan algo a cambio (como reconocimiento social o recompensas, que pueden lograrse a través del consumo), la estructura social marca el límite en la adquisición de bienes y servicios que les satisfacen, y las preferencias e intereses de cada uno orientan su comportamiento por encima de lo que deseen otras personas de su entorno, siempre que no coincidan con sus propios deseos.
Mead afirma el individuo nunca podría existir y expresarse fuera del medio social, pero al mismo tiempo, sus experiencias son subjetivas y personales y en cada situación actúa de un modo propio y único. Así pues, aunque dentro de un grupo social determinado, el individuo conoce sus necesidades de consumo y busca la forma de satisfacerlas.


La segmentación del mercado de cirugía estética
Para obtener buenos resultados todo mercado debe someterse a una segmentación, que consiste en dividir el conjunto de consumidores totales en grupos de individuos más pequeños y que comparten los mismos intereses, es decir, homogéneos. Según Horovitz, lo primero que hay que hacer es conocer bien a los clientes, así como saber qué buscan, qué necesitan y con qué estarán del todo satisfechos (2000:1).
El proceso de segmentación se divide en tres fases: estudio, análisis y preparación de perfiles. Para clasificar a los consumidores, los mercados hacen estudios cualitativos tales como las entrevistas a clientes o el análisis de agrupamiento; éste último se hace para conocer sus prioridades y qué características demandan. Además, también, se puede recurrir a la observación (estudiar cómo se comportan ante determinadas situaciones) o la auto-selección (ver lo que se deduce de sus acciones).
Un estudio bien hecho distingue tres grupos: los consumidores habituales, los consumidores posibles y los desorientados o perdidos. Por otro lado, en cuanto al nivel de satisfacción o cobertura de sus necesidades, los clientes pueden ser de cinco tipos que van desde el que está absolutamente satisfecho hasta el insatisfecho.

En el mercado de la estética, los demandantes comparten la necesidad de cambiar su aspecto físico y de esa manera, componen un segmento estratégico que da como resultado el mercado de referencia y segmento objetivo al que deben dirigirse las empresas que ofrecen estos servicios de belleza para garantizar que sus mensajes puedan llegar a la mayoría de sus clientes potenciales y tengan éxito.
Los miembros de un determinado segmento tienen deseos, ilusiones y hábitos de compra parecidos y suelen pertenecer a la misma clase social, lo que facilita poder satisfacer sus necesidades de una forma más precisa. Esto significa que tienen un perfil, es decir, una serie de rasgos que permiten estudiarlos en profundidad y poner a su alcance los servicios. Sin embargo, aunque cada segmento tiene unas características similares, no todos sus integrantes van a tener el mismo comportamiento de consumo en todo momento, sino que cada uno tendrá sus preferencias. Por tanto, se debe hacer una segmentación que tenga en cuenta distintos criterios como el nivel adquisitivo, el lugar de residencia o la edad de los consumidores. Así, se forman varios segmentos que definen tipos concretos de clientes: por ejemplo, en el mercado de la cirugía estética, la demanda la puede formar desde un cliente joven, con pocos ingresos, que se opera para lograr mayor atractivo, hasta el consumidor maduro, de clase alta que se hace retoques para retrasar el envejecimiento. Son segmentos muy diferentes, pero con unas necesidades que quieren satisfacer.

Las clasificaciones que se pueden llevar a cabo son numerosas, pero el objetivo que se persigue con ellas siempre es el mismo: incrementar la demanda o, al menos, mantenerla.

La búsqueda de un cuerpo perfecto
En la actualidad, el culto al cuerpo está muy presente en las sociedades occidentales. De acuerdo con los cánones de belleza actuales, los consumidores buscan tener una figura perfecta que ahora se vincula con estar delgado, bronceado y tener una piel firme, entre otras ideas. Según el Barómetro de consumo 2007, el 20% de las mujeres suele comprar productos de belleza corporal, frente al 1% de los hombres. A pesar de este bajo porcentaje, otros datos reflejan que los hombres cada vez se cuidan más: hace ocho años, sólo el 5% de ellos se sometía a una foto-depilación y ahora son el 35%.
En general, las personas que más se cuidan tienen entre 20 y 40 años y pertenecen a la clase media.
Para conseguir una apariencia más atractiva muchos siguen estrictas dietas, acuden diariamente al gimnasio o se dan sesiones de rayos uva. En los últimos años, está creciendo el número de personas para las que todo eso no es suficiente y piensan en retocarse por medio de la cirugía estética (que es distinta a la cirugía plástica, que se lleva a cabo para corregir malformaciones o quemaduras, no por cuestión de belleza). Los individuos demandan este servicio, y como consecuencia, el negocio está a su plena disposición: los clientes deciden.

Desde siempre, la belleza se ha identificado con la perfección, tanto a nivel físico como espiritual, y además, está asociada a la juventud. Forma parte de la cultura, es decir, se ha aprendido socialmente, es una pauta de comportamiento. Algunas personas se niegan a aceptar el paso del tiempo y que éste se manifieste en su apariencia física, y así, muchas de las actividades que hacen diariamente tienen como fin retrasarlo. Para eliminar las arrugas y las líneas de expresión, es muy popular el tratamiento con Botox, que se ha incrementado un 50% en los últimos meses: España es el país europeo donde más se recurre a esta técnica que, además, es la más utilizada por los hombres.
En opinión del periodista Torres, permanecer joven físicamente para siempre es imposible, aunque hay quien se atreve a afirmar lo contrario, como la doctora Vicario, que sostiene que ella y sus cirujanos casi han encontrado el secreto de la eterna juventud, a través de un complejo análisis del estado del organismo de cada cliente, lo que permite hacer un tratamiento totalmente personalizado. Habla de “dar más vida a los años” (2007: 37).

Hay un pequeño grupo de individuos que consideran que lo más importante en su vida es mostrar una imagen física atractiva que les proporcione el respecto e incluso la envidia de los que están a su alrededor. Son personas que se operan una y otra vez y, sin ser conscientes, entran en un círculo vicioso consumista del que no son capaces de salir y que les conduce a buscar cada vez más retoques en el quirófano. Nunca satisfacen sus necesidades porque realmente no saben lo que buscan con cada intervención. Tienen el perfil del adicto, que se explica con detalle más adelante.

Los resultados suelen ser buenos cuando se trata de retocar algún pequeño defecto corporal que nada tiene que ver con el paso de los años. Es el otro propósito de la cirugía: aumentar o reducir el tamaño de los pechos, del trasero, de las orejas, de la nariz, etc. Son operaciones con un coste económico elevado, que intentan resolver un complejo y cumplir un deseo muy personal de cada paciente. Según opina el doctor De Benito, no tiene porqué ser una obligación asumir la huella del paso del tiempo ni conformarse con la propia naturaleza, porque si al individuo le inquieta más lo que ve en el espejo que pasar por el quirófano, debe tomárselo en serio y decidirse.
Un buen consumidor de estética es aquel que sabe con exactitud lo que quiere conseguir con la intervención quirúrgica, tiene una personalidad fuerte y una imagen muy clara de sí mismo y comprende y asume los resultados de la operación. Si todos estos requisitos se cumplen, el siguiente paso es pensar en qué le beneficiará y en qué le perjudicará la cirugía, y a continuación, tomar la decisión definitiva.

En esta sociedad, hay un gran deseo de modificar el cuerpo, y los datos porcentuales hablan por sí mismos. Alonso- Fernández recoge que el 85% de las chicas y el 40% de los chicos no están gusto con su cuerpo, y sin distinción por razón de sexo, el 90% del total tiene una imagen desproporcionada de él. Estos porcentajes indican que el tema preocupa más a mujeres que a hombres, pero la situación ha empezado a cambiar.


El perfil del consumidor de estética
El sector de la cirugía está en pleno auge ya que cada año mueve más dinero y atrae a más consumidores (una prueba está en los 2,6 millones de euros de beneficio que ha obtenido el centro Corporación Dermoestética, de enero a marzo de 2007). La demanda crece, pero según datos del Barómetro de consumo de 2007, sólo el 2% de la población total se ha sometido a una operación de estas características en el último año.
Sin embargo, España es el país de la Unión Europea donde más retoques quirúrgicos se llevan a cabo para mejorar el aspecto físico y, además, ocupa el cuarto lugar en el mundo por número de intervenciones. El año pasado tuvieron lugar 375.000 operaciones (más o menos 882 al día) con un coste medio de 2.000 euros cada una y se ha calculado que éstas crecieron entre un 8 y un 10% en relación a años anteriores. En la Comunidad de Madrid, hay unas 650 clínicas privadas que ofrecen este servicio.
Por zona geográfica, donde hay un mayor porcentaje de intervenciones es en Madrid, Galicia e Islas Canarias, con un 3% de la población total, que vive, en su mayoría, en hábitats de entre 10.000 y 50.000 habitantes, según datos del Barómetro de consumo 2007.

Los expertos han observado que los clientes de cirugía son, en gran medida, personas solteras que se retocan con el objetivo de encontrar pareja y también, individuos maduros que se preocupan especialmente cuando llegan a los 40 ó 50 años.
Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), también está creciendo el número de jóvenes que pasan por las consultas, especialmente, los que siguen tratamientos con láser (depilación, eliminación de manchas, etc.). Porcuna, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), afirma que “las quinceañeras quieren llevar implantes mamarios, operarse la nariz…, pero no hacemos intervenciones salvo en contadas excepciones” (2007:7).

El 80% del total de pacientes son mujeres, que se someten principalmente a aumentos de pecho (en 2006, se vendieron 30.000 prótesis mamarias y se operaron 3.000 mujeres con resultados muy buenos, según los expertos españoles) y liposucciones, sobre todo, cuando empieza la primavera o se acerca el verano, que es cuando se muestra más el cuerpo. A estas dos intervenciones le siguen las de contorno de ojos, nariz y el lifting.
El perfil de edad mayoritario, con un 60%, lo componen las mujeres de entre 20 y 50 años, y sólo el 28% supera esa edad.
Los hombres también se operan, aunque en un porcentaje bastante menor: sólo un 20% se decide y lo hace de las orejas o la nariz, mientras que los más maduros se suelen centrar en los párpados y el abdomen. Además, están aumentando las intervenciones para reducir las arrugas y las bolsas de los ojos. El perfil de edad está en los 25 y los 40 años y son hombres con un nivel socioeconómico medio-alto. En especial, se han incrementado los pacientes que rondan los 40 años (que sufren la llamada “crisis de los cuarenta”) que tratan de disimular su edad por medio de las operaciones para eliminar el exceso de grasa. Otra de las mayores preocupaciones masculinas es la calvicie, por lo que ya hay muchas clínicas que se dedican a hacer injertos.
Según el doctor Jesús Benito Ruiz, especialista desde 1993 en Cirugía Plástica Estética y Reparadora, hace unos años los hombres se sometían a rejuvenecimientos faciales y ahora se inclinan por los implantes corporales y las liposucciones.

En cuanto a su estatus social y económico, el perfil de los consumidores en este negocio ha cambiado ya que según Porcuna, se está produciendo una “frivolización” de estas operaciones porque ahora la gente de a pie recurre a intervenciones a las que antes sólo se sometían los personajes públicos o del mundo artístico. Los famosos y los deportistas (sobre todo, futbolistas) siguen encabezando la lista de hombres operados, pero ya no son los únicos.
Hace unas décadas, operarse se veía como un lujo del que sólo podían disfrutar unos pocos con un elevado nivel económico, pero hoy en día está al alcance de la clase media porque casi todas las clínicas dan muchas facilidades de pago y los precios han subido muy poco en los últimos años. Casi cualquiera que lo desee, se lo puede permitir. Por eso, Torres opina que “la cirugía estética y los implantes dentales han conseguido que todas las señoras de una determinada edad y estatus social tengan la misma cara, petrificada en un gesto inmóvil que suplanta cualquier atisbo de espontaneidad” (2007:10).
Espacios televisivos como, por ejemplo, Cambio radical, han mostrado al público que la cirugía ahora es más accesible. El problema, según los médicos, es que programas como éste muestran que las intervenciones “parecen fáciles, sin riesgos, sin complicaciones y que se le pueden practicar a todo el mundo” (2007:16). Aunque no hay peligro de muerte por cirugía estética, los fallecimientos se dan y suelen deberse a complicaciones que se producen posteriormente. Según la información del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2004, murieron 39 mujeres y 37 hombres por esta causa, y según datos de La Asociación El Defensor del Paciente, el año pasado se recibieron más de 900 llamadas de clientes insatisfechos.

Por otro lado, menos frecuente es la persona adicta a la cirugía, pero también existe. El individuo que pertenece a una clase social alta con un elevado poder adquisitivo y se mueve en un ambiente donde la apariencia física es fundamental tiene más probabilidades de convertirse en adicto al quirófano, en su “lucha” por ser el más atractivo de su grupo social y demostrar a los demás que tiene los medios a su alcance para conseguirlo.
Un adicto a la cirugía estética, según la psicóloga García Agustín, es aquel que nunca se ve del todo bien cuando se opera, que siempre quiere probar los productos y tratamientos más nuevos, que se aterroriza cuando su médico le dice que no pueden volver a intervenirle, pasa por alto los riesgos, trata de parecerse físicamente a otras personas y sobrepasa sus propios límites para lograrlo y sólo se quiere a sí mismo por su físico, lo que considera su única cualidad. Afortunadamente, este perfil se da en casos aislados.

El hecho es que el número de consumidores de este negocio ha crecido, pero en una encuesta realizada por el portal de Internet del diario gratuito 20minutos, se observa que hay aún mucha gente indecisa o que no confía en estos servicios. En dicha encuesta, hecha a 517 lectores, sólo el 36% afirmó que recurriría a la cirugía para mejorar su imagen, mientras que más de la mitad prefería un aspecto natural, sin implantes.
Según el Barómetro de consumo 2007, en torno a un 17% no se ha operado todavía, pero lo haría si lo hubiera pensado o se hubiera decidido y un 81% ni siquiera ha pensado en ello.

En cualquier caso, para los españoles en general, verse y sentirse atractivos está entre sus diez prioridades en la vida.


Conclusiones
La sociedad occidental se mueve por la búsqueda de una bonita apariencia física y como consecuencia, los consumidores plantean cada vez nuevas necesidades e invierten más dinero para sentirse más atractivos. De momento, sólo el 2% de la población total se somete a cirugía, pero cada vez son más los que piensan en hacerlo.
El perfil de los consumidores ha cambiado: ya no sólo son las mujeres las que se operan para incrementar su atractivo y autoestima, sino que también lo hacen los hombres y cada vez en mayor medida. A su vez, dentro del sector masculino, ha habido cambios en las zonas corporales que se desean operar: antes el objetivo era eliminar las arrugas del rostro y ahora se preocupan más por el resto del cuerpo.

Por la influencia de la televisión, el cine y la publicidad, se aprecia otro cambio en el perfil del consumidor: antes la mayoría de los clientes pertenecían al mundo artístico; ahora, las operaciones están al alcance de la clase media. También, ha crecido el número de jóvenes (más chicas que chicos) que pasan por el quirófano y el de clientes que padecen la llamada “crisis de los cuarenta”.

Además de los datos positivos, este tema también ha puesto de relieve uno de los problemas más graves del siglo XXI: la adicción a la cirugía que padecen ciertos consumidores y que puede ser tan difícil de tratar como cualquier otra adicción.

Se prevé que, año tras año, se van a producir más cambios, en cuanto a número de clientes por sexo, edad y clase social. En unos pocos años, casi la mayor parte de la población conocerá los métodos y técnicas para mejorar su cuerpo, tendrá mayor facilidad para pagarlas (si la demanda sube, el precio tenderá a bajar o, al menos, a estabilizarse) y el consumo de estos servicios podrá ser habitual.
A.M.N

lunes, 26 de noviembre de 2007

UNA INFORMACIÓN SIN CONTROL

Vivimos en la sociedad de la información, un espacio en el que la llegada masiva de datos, encuestas, informes, estadísticas, nos satura de tal modo que el efecto es el contrario al que se busca al hacerlos públicos: realmente estamos desinformados. Disponemos de infinidad de documentos sobre muchos temas distintos en televisión, prensa, radio, por internet... pero no somos capaces de asimilarlos y analizarlos como merecen. No obsante, la culpa no es nuestra porque bastante a menudo los medios difunden ideas erróneas, contradictorias o que carecen de apoyo científico y las muestran como si fueran reales, plenamente comprobadas, sin posibilidad de refutarlas.
Lo cierto es que los medios tienen el poder de decidir cuándo y cómo transmiten una información, y nosotros nos mostramos sumisos ante todo cuanto nos llega, aunque no siempre lo haga de la mejor manera que cabría esperar. Es muy peligroso ofrecer temas que implican consecuencias sociales, económicas, políticas o medioambientales, ya que una costumbre muy extendida en nuestra sociedad juega en contra: el "boca a oreja" puede ser trágico si no se conoce en profundidad la información y se cuenta de forma equivocada. Se trata de un arma de doble filo porque nos enteramos de lo que ocurre a nuestro alrededor, pero de forma imprecisa y la contamos tal y como creemos que es.
Así, por poner un ejemplo, cuando se dio a conocer el tema de la gripe aviar, la alarma social no tardó en extenderse porque la mayor parte de la población no había indagado en el tema y muchos pensaban que jamás podríamos volver a comer pollo con total seguridad de no morir contagiados, cuando precisamente, al existir este tipo de peligros, se activan más controles y por tanto, la seguridad es mayor. En casos como éste, la información llega rápido y mal, lo que pone de manifiesto uno de los errores más comunes del periodismo: muchas veces, las prisas por hacer pública la realidad priman sobre el verdadero valor de la noticia, que siempre debería ser veraz, de calidad y no dar lugar a ningún tipo de confusión.
La clave estaría en analizar todo lo que vemos, oímos o leemos con la profundidad de alguien que realmente quiere estar informado y tener unos conocimientos, al menos, generales, de nuestro mundo. Es habitual que una persona lea un periódico, pero no comprenda lo que está escrito, o que otra mire la televisión, pero no vea el foco de la noticia. Solemos confiar en la gente de la calle porque nos suele contar su verdad de un modo ameno, distendido, alejado de la seriedad que difunden los medios. Ahí está la equivocación: las personas de nuestro entorno no tienen rigor, sólo narran, comentan, opinan. Se pierde así, la esencia pura del periodismo: la objetividad, que nunca podrá lograrse si no se contrastan los datos, no existe plena confianza en las fuentes y, sobre todo, no nos apoyamos en los medios. Es otro error recurrir a un sólo medio para saber lo que pasa: lo deseable sería profundizar en todo tipo de medios que estén a nuestro alcance para poder detectar errores o contradicciones, que son más habituales de lo que pensamos.
La confusión radica en que aceptamos como bueno o verdadero todo lo que se publica, se emite o se difunde, y no siempre es así. Prueba clara de ello es el pseudo-periodismo que nació hace relativamente poco a través de internet y que consiste en que hoy en día, cualquiera puede contar lo que sabe sin haberlo probado y exponiendo así a la sociedad a ideas falsas, dudosas, que en casos extremos, pueden provocar la alarma. Creemos que todo lo que se cuelga en internet es veraz porque pensamos que lo cuenta alguien que sabe más que nosotros. Y no sabe más el que más prisa se da en informar, sino el que desconfía de sus datos, los pone a prueba y los ofrece tarde, pero con plena seguridad de que son ciertos.


A.M.N

miércoles, 14 de noviembre de 2007

SONRÍE

Maraña de sueños que se agolpan en mi cabeza... deseos que veo, pero que no cumplo.... un amanecer cuyo sol me hace un guiño de nostalgia por algo que quise, pero no tuve. Vivo de ilusiones que vivieron un segundo, pero me hicieron tan feliz... todos existimos por ellas, porque lo veraz es demasiado crudo y directo. Mi burbuja de pasiones se construye a través de cosas que anhelo, pero no sé si alcanzaré... es incertidumbre mezquina que me roba, pero también me anima... Lucho por buscar un atisbo de plenitud en cada milésima que siento como si yo la hubiera creado y sólo transcurriera para mí... todo es espontáneo y en ello radica la dicha que me envuelve. Porque cada instante planeado, es fantasía perdida, satisfacción olvidada, rabia atrapada... lo aleatorio se enriquece de sí mismo y hace impredecible lo que parecía condenado por su sistema.
Tantos días estudiados sólo conducen al fracaso... es mejor sentir cada rincón del espacio como venga.... impreciso, inconstante, inconsciente... ya que ahí, vive el auténtico éxito... ése que nos hace plenos... y alimenta de orgullo y felicidad aquello que alguna vez rozamos perdido. No hay mayor tranquilidad que saber que un sólo momento se aprobó con nota... porque descubrimos que nuestras virtudes habían nacido de la aventura... por lanzarnos al agua sin saber que podríamos nadar.
A. M. N
14/11/07

lunes, 5 de noviembre de 2007

EL RACIONAMIENTO Y EL HAMBRE: SUS CONSECUENCIAS


La variedad de alimentos que había existido desde los años veinte disminuyó. El régimen insistió en que había que consumir productos nacionales, aunque éstos no eran suficientes. En este período de suministro y consumo decadente, sólo había unos pocos productos de mala calidad con los que intentaban vivir las familias de los trabajadores. La situación más grave se dio en 1945, que se conoció como el “año del hambre”.
Fue necesario recurrir a las importaciones para poder alimentar a la población. Es destacable que entre 1940 y 1949, España recibió de Argentina el 91,4% del total de productos importados (sobre todo, carne y cereales) y fue necesario recurrir a otros medios para salir adelante. El Chase Manhattan Bank concedió a España, en 1949, un crédito de 25 millones de dólares para comprar alimentos, y en agosto de 1950, el Congreso de los Estados Unidos autorizó facilitar créditos de 64 millones de dólares.

Al terminar la guerra, el bando nacional distribuyó gran cantidad de pan, pero después, el descenso de su consumo fue espectacular respecto a la situación durante la etapa de la República. El 14 de mayo de 1939 se estableció el racionamiento de alimentos en todo el país (este sistema se mantuvo hasta 1951, aunque la escasez continuó todavía más tiempo). Previamente, el 10 de marzo de ese año se había creado la Comisaría General de Abastecimientos y Transporte, que se dedicó a distribuir los productos fundamentales para sobrevivir. Entre las distintas provincias se crearon los llamados fielatos, similares a las aduanas, con el fin de controlar la entrada y salida de los productos.
Para los adultos, se estableció una dieta de racionamiento semanal, formada por 400 gramos de pan, 250 g de patatas, 100 g de arroz, 100 g de legumbres secas, 200 g de pescado fresco, 75 de bacalao, 125 de carne, 50 de aceite (que era básico para el consumo alimenticio y para uso industrial, por la escasez de carburante), 10 g de café, 30 g de azúcar y 25 de tocino. Además de eso, a los niños se les daba leche y harina. Las verduras y el pan fueron los alimentos fundamentales de la dieta, y también, se incluyeron otros artículos como jabón y tabaco, éste último considerado de primera necesidad; y de manera muy excepcional, se entregaba chocolate, café o membrillo. El vino fue de los pocos productos que no era escaso.
Las cantidades propuestas no fueron reales, ya que, por ejemplo, la del pan fue reducida constantemente por normas de los presidentes de las Juntas Harino-Panaderas de cada provincia. De todas formas, el pan era de muy mala calidad, negro y duro (el blanco se consideraba un producto de lujo), porque se hacía con una mezcla de harina de trigo y de maíz, pero la gente hambrienta no tenía más remedio que comérselo, aunque según cuenta Gabriel Monserrate en su artículo La posguerra, el hambre y el estraperlo: “mira si sería malo que, con el hambre que había, estaba tirado por las calles”. Algunas familias, a escondidas, hacían el pan por la noche en sus casas, pero por la mañana los agentes de la Fiscalía lo solían descubrir y lo decomisaban.
En algunas pequeñas regiones, no se consumieron patatas durante varios meses, aunque, eso sí, más del 50% de éstas se podía encontrar en el mercado negro. Ciertas tiendas sólo disponían de nabos, cebollas y acelgas. En los pueblos, sólo se racionaba el aceite, el arroz y el azúcar, mientras que en las ciudades se limitaron todos los alimentos por lo que muchos se marcharon a los pueblos para trabajar a cambio de techo y comida.
Como consecuencia de la desesperación, llegaron a comerse cáscaras de plátanos y cortezas de patatas, los fumadores recogían colillas y la cebada tostada sustituía al café. Muchos se marchaban al campo a recoger distintas hierbas comestibles para aguantar el hambre.
En varias comunidades, la cuestión fue tan grave que durante los tres primeros años de la posguerra, a través de sus informes, algunos gobernadores provinciales comunicaron, entre otros, al comisario general de Abastecimientos y Transporte que era imposible la mantener a sus provincias.

El racionamiento, que se controlaba de forma oficial a través de las cartillas o libretas, (que eran de dos tipos: una para la carne y otra para el resto de comida), era muy escaso, pero el verdadero problema estaba en que la distribución de los alimentos era desigual e intermitente, por lo que la miseria afectó más a unas clases sociales que a otras. Así, los obreros industriales y los jornaleros agrícolas lo tenían más difícil para dar de comer a sus familias por los bajos salarios que recibían. En las grandes empresas, la situación era todavía más crítica porque los trabajadores tenían que acudir a su puesto para ganar un salario mínimo y sin apenas haber comido. Por eso, se encontraban demasiado débiles para desempeñar sus tareas. Muchos, sobre todo, los padres de familias numerosas (que recibían ayudas insuficientes), buscaron dos empleos, por lo que su jornada superaba con facilidad las 10 horas diarias.
Otra limitación del sistema fue que para acceder al trabajo y a las cartillas de racionamiento, era imprescindible presentar el documento de identidad y tener certificados de buen comportamiento, facilitados por representantes de Falange o por párrocos.

Así las cosas, enseguida la debilidad empezó a hacerse evidente en el peso y la estatura de los españoles. Los alimentos que se entregaban cada semana no tenían las proteínas suficientes para una nutrición básica porque las que contenían la carne y el bacalao eran muy escasas y, como sólo se podía acceder a esa dieta impuesta, surgieron muchas enfermedades, como la anemia y la avitaminosis, más frecuentes en la gente joven y pobre. Esta alimentación incorrecta les dejaba sin defensas contra estos males, e incluso, en ocasiones, les causaba la muerte. De este modo, las enfermedades contagiosas se extendieron rápidamente y no era extraño que muchos españoles padecieran paludismo, difteria, tuberculosis o tifus. Entre 1940 y 1941, tuvo lugar una epidemia de tifus que mató a 3.000 personas, y los piojos y la sarna fueron habituales por la suciedad. La tuberculosis no tenía cura y se podía contraer por medio de la leche de vacas contagiadas, por lo que se recomendaba hervirla.
La gran cantidad de enfermos que trataban de salir adelante fueron apartados de los lugares públicos porque se les prohibió su presencia para evitar el contagio del resto de la población.

Para el bando republicano y sus afines, derrotados, las condiciones fueron mucho peores. La clase obrera y la campesina fueron las que más sufrieron la represión, especialmente, los familiares más cercanos a los afiliados a algún partido contrario al régimen, a los que entre otras desgracias, les quitaron sus bienes. Los vencidos sufrieron más penurias y humillaciones físicas y psicológicas que el resto de ciudadanos (los defensores del régimen gozaron de cierto bienestar) y Franco afirmó que debían sacrificarse para pagar sus culpas por lo que todo su dolor era necesario. Para el gobierno, no valían nada, lo que se percibió a través de su marginación social, una propaganda insultante y su persecución y posterior asesinato, en muchos casos. A todo esto hay que añadir que sólo era válido el dinero nacional, por lo que muchos republicanos se quedaron sin nada. Por otro lado, quienes habían luchado en el bando franquista dispusieron de 250 gramos más de pan en su dieta de racionamiento.
La visión de Bennasar es clara: “en realidad, la guerra no terminó el 1 de abril de 1939, puesto que así lo quisieron los vencedores”
[1].
Después de abandonar los campos de concentración en el extranjero, miles de comunistas, anarquistas, socialistas y republicanos regresaron a España y fueron hacinados en cárceles, donde el hambre extrema y las epidemias estuvieron a la orden del día. Así, un gran número de presos murieron desnutridos o por enfermedad.
La mayoría de los vencidos nunca hablaron de estas desgracias porque tenían miedo a Franco, que imponía duras normas y limitaciones sólo a sus enemigos.

Otra consecuencia social de la política económica y de la falta de comida fue la mendicidad, especialmente, en los niños, cuyas madres prefirieron en muchos casos internarlos en los hogares de Auxilio Social de Falange o en los centros de beneficencia conocidos como inclusas. La labor de Auxilio Social tuvo un doble objetivo: por un lado, sacar a los niños de la pobreza y, por otro, inculcarles las ideas del régimen (debían cantar el himno nacional aunque procedieran de familia republicana o llevar los uniformes de los que habían asesinado a sus padres). Además, Auxilio Social había repartido raciones de comida nada más terminar la guerra hasta que el gobierno permitió vender alimentos libremente pocos días más tarde.
Para mantener este tipo de instituciones y ayudar a los más necesitados, desde 1939, se creó el llamado Día del Plato Único y del Semanal sin Postre, que solía ser el jueves. Se trataba de un único plato de carne, pescado o legumbres a elegir, más el pan y el postre, y la mitad de su precio se destinada al fondo de protección benéfico-social.
Era un pretexto para que los pobres pudieran salir adelante, mientras otros, por ejemplo, esperaban en las puertas de los cuarteles lo que sobraba de la comida de los soldados (que era los únicos que tenían alimentos), algunos cambiaban sus joyas de oro por un poco de pan duro y unas pocas mujeres se prostituían para poder comer. En las situaciones más extremas, desenterraban animales y se los comían.

En este clima de pobreza y hambre también faltaba la ropa y el calzado (cada familia se fabricaba sus propias prendas con cortinas, sábanas o la lana de las ovejas, e incluso recogían las que se encontraban en la basura), se cortaba la luz con frecuencia porque estaba restringida (fue así hasta bien entrada la década de los cincuenta), escaseaba el suministro de agua, apenas había gasolina, el transporte se resintió, y lo peor: la salud de los españoles cada vez empeoró más. Además, la penuria también fue cultural (salvo en el tema religioso), ya que había pocos maestros y éstos daban clase a muchos niños y de distintas edades.
Así pues, la calidad de vida descendió hasta niveles de épocas muy anteriores, aumentó la mortalidad y cayó la fecundidad; esto último porque era imposible mantener a un bebé en tales condiciones. Todo esto, en realidad, fue una prolongación del clima de miseria vivido durante la guerra civil, lo que se manifestó claramente en la caída del consumo privado, sobre todo, el de carne, que descendió a la mitad. En cuanto a los recursos materiales, la escasez era generalizada.
Las crisis de subsistencia, que parecían haber desaparecido desde hacía tiempo, se convirtieron en esta etapa en un factor demográfico fundamental. Afortunadamente, a lo largo de la década de los cuarenta, los niveles de mortalidad descendieron, ya que después de un período de distribución de medicamentos (sobre todo, antibióticos) en el mercado negro, éstos entraron en el país de manera oficial y a eso se sumó el avance de la ciencia y de la medicina que había comenzado en los años treinta.
De acuerdo con todo esto, sobrevivir en una etapa en la que los alimentos eran limitados se convirtió en una prioridad obsesiva y según Carr, la unión de la represión y de los deseos de supervivencia acalló las protestas ciudadanas
[2]. Muchos sólo vieron una solución en las actividades ilegales y asumieron los riesgos necesarios.
En los casos más extremos, ya no bastó con recurrir a un mercado paralelo, sino que los más desfavorecidos (entre los que se encontraban niños huérfanos, mujeres viudas, republicanos mutilados en la guerra y los que estaban incapacitados para trabajar pero no recibían pensión), tuvieron que buscar otra salida. Por ejemplo, los usureros se aprovecharon de la situación y prestaban dinero para exigir luego el doble.
También, se produjeron numerosos delitos de todo tipo, que fueron muy castigados. Fueron muy habituales los robos en los campos para poder comer, las ocupaciones de casas, la estafa o los incendios, pero mientras se producía esta dramática situación entre los más pobres, en los entornos oficiales del régimen sólo se respiraba victoria. No obstante, se hizo muy popular el refrán que decía: “Cuando Negrín, billetes de mil; con Franco, ni cerillas en los estancos” (Negrín fue presidente de la segunda república).

[1] BENNASSAR, Bartolomé: op. cit., p. 392.
[2] VV.AA.: op. cit., p. 137.
A.M.N

sábado, 3 de noviembre de 2007

ASESINOS DE AYER Y DE HOY


Son muchos los asesinos en serie que han sembrado el terror en distintas zonas del mundo a lo largo de la historia. Sus crímenes, ya sean premeditados o casuales, siempre se cometen de la misma forma o existe un elemento común que los relaciona. Su infundamentada motivación para asesinar les convierte en perturbados y en un verdadero peligro para la sociedad. Con una personalidad complicada, una infancia difícil o el trauma de haber sufrido cualquier tipo de maltrato, estos individuos comparten el deseo de matar.


Aquella película del año pasado que estaba a medio camino entre el terror y el suspense, titulada Saw y dirigida por James Wan, mostraba la personalidad de un asesino en serie. Se trataba de un hombre, conocido como Jigsaw que provocaba la muerte de sus víctimas sin ser el autor directo de ellas. Durante toda la cinta, se refleja la desbordante inteligencia del asesino, que conduce casi al suicidio a las personas que atrapa. En ella, dos hombres encadenados en una habitación deben encontrar el modo de salvar su vida, pero el asesino no se lo pone fácil. Tan solo les da una sierra, que no puede cortar sus cadenas, pero sí la carne. Su desesperación les acerca a la locura y al objetivo que persigue el psicópata. Esto no es más que una película, pero desgraciadamente, lo que en ella aparece no se aleja demasiado de la realidad.
Los asesinos en serie han existido siempre, mucho antes de que se empezara a hacer cine. Muchas veces se ha pensado que las películas que abordan el comportamiento de estos individuos pueden influir en la conducta de las personas, pero lo cierto es que quien comete un crimen después de haber visto un film de este tipo, no lo hace porque quiera imitar al psicópata sino porque ya existía en él el deseo de matar, y utiliza el argumento de la cinta como mera excusa. Un asesino con problemas mentales verá divertido un suceso macabro en la pantalla, mientras que los demás lo rechazaremos.

Ejemplos aparte, resulta muy difícil comprender el comportamiento de este tipo de asesinos, pues no responde a ninguna lógica racional. Cada uno de estos criminales es completamente diferente en su manera de ser y actuar, y por tanto, debe ser estudiado desde una perspectiva distinta en cada caso.
La mayoría de ellos suele despertar odio por parte de la opinión pública, que condena sus irracionales crímenes, pero por otra parte, es sorprendente que mucha gente sea capaz de coleccionar algunos objetos vinculados a los psicópatas o de su propiedad. Es el caso de algunos coleccionistas estadounidenses que están dispuestos a pagar mucho dinero para conseguir objetos de asesinos famosos, como la dentadura o la máquina de escribir de Ted Kaczynski, que fue detenido en 1996, tras haber enviado bombas en paquetes postales en Estados Unidos, durante varios años.
Un hecho sorprendente es que muchos de los asesinos que están detenidos actualmente tienen cuentas bancarias que les permitirían vender sus objetos, pero en 2001, ya se implantó una ley que regulaba esto en cuatro Estados estadounidenses. Por otro lado, cabe destacar que en algunos casos son los familiares de las víctimas los que reciben el dinero conseguido con las ventas, aunque eso no les libere del sufrimiento.
A pesar de la difusión de este tipo de comercio, muchos lo consideran “inmoral” y que “provoca escalofríos”, pero resulta inevitable.

El término
Si hablamos de asesinos en el amplio sentido de la palabra, es necesario subrayar que no todos han desarrollado la capacidad de matar sin sentir ningún tipo de remordimiento, como sí lo hacen el tipo de criminales que ocupan estas líneas.
Es difícil determinar dónde está el límite entre un asesino común u ocasional y un asesino en serie. Puede que les diferencie el hecho de que el primero mata en puntuales excepciones, empujado por alguna razón que él considera importante y normalmente se arrepiente, y el segundo comete un asesinato tras otro, sin buscar motivos o tener un móvil claro para ello, y estudia al detalle la manera de cometerlos. En cuanto a los asesinos ocasionales, la mayoría de las veces suelen conocer a sus víctimas de vista o de manera más cercana, mientras que los asesinos en serie las ven por primera vez en el momento del crimen, al tratarse de asesinatos que se dan casi por azar. Sin embargo, en estas formas de actuar puede haber excepciones.
Un agente especial del FBI, Robert K.Ressler, creó el término asesino en serie (serial killer) y a través de diversas entrevistas que hizo a los asesinos más peligrosos que se encontraban en la cárcel (lo que ayudó a la detención de otros criminales), pudo dividir a estos psicópatas en tres categorías, que podían sufrir modificaciones:
· Organizados: son muy conscientes de lo que hacen y cuidan mucho todos los detalles, tanto al elegir la víctima, como el eliminar las posibles pruebas del crimen.
· Desorganizados: tienen problemas mentales graves y no planean sus asesinatos.
· Mixtos: no son habituales y combinan la actitud de los dos anteriores.

En cualquier caso, el término asesino engloba a todo aquel individuo que comete crímenes en cinco circunstancias básicas: inundación, incendio, veneno o explosivo, premeditación y ensañamiento. Según el Código Penal español, estas cinco circunstancias convertían el homicidio en asesinato, y diferenciaban así ambos términos. De un modo más sencillo, los diccionarios definen asesino como “el que asesina, homicida” o “persona que mata a otra con premeditación”.
En concreto, en el siglo XI, los asesinos eran los miembros de una secta secreta, fundada por Hasan b Sabbah, que actuaba en Persia y Siria y cuyo objetivo era el asesinato sistemático de sus rivales político-religiosos. A pesar de que los jefes de esta secta contaban con la absoluta obediencia de sus seguidores, muchos de ellos murieron asesinados por éstos. Esta sociedad se mantuvo activa hasta el siglo XIII, cuando fue eliminada por los mongoles. Quizá, ésta fuera la más importante agrupación de asesinos de la historia, nombrados a sí mismos como tales.

Es evidente que el término asesino existe desde que hay personas que encuentran satisfacción al provocar la muerte de otros. Es indistinta la época y el país en el que hayan nacido, sus creencias religiosas o la clase social a la que pertenezcan.

El individuo como ser humano agresivo
Todos sabemos que lo que mueve a los asesinos a llevar a cabo sus ataques es la agresividad, la violencia o la ira, unos sentimientos que despiertan sus instintos más salvajes. Debemos partir de que generalmente, todas las personas somos agresivas en mayor o menor medida y en determinadas situaciones. Hay que aclarar también que no toda la agresividad implica violencia física o agresión, y lo normal es que sea consecuencia de la frustración, alguna amenaza recibida, las injusticias, etc. Es más habitual la agresión verbal, pero con muchos matices.
En muchos casos, la agresividad surge en el momento del nacimiento, aunque no se manifiesta del todo al principio. Un niño que tenga una personalidad de por sí agresiva desarrollará más intensamente esa personalidad si vive en un entorno que le resulte hostil o cruel, ya sea dentro de la familia o en el exterior. Muchos psicoanalistas sostienen que a pesar de todo, este desarrollo del comportamiento agresivo se puede evitar, pues depende directamente de cada persona y de la educación que haya recibido.
Por otra parte, existen dos visiones opuestas en cuanto a la agresividad. Según afirma Anthony Storr en su libro La agresividad humana, “muchos autores nos han transmitido la impresión de que la agresividad se trata simplemente de un impulso lamentable, que debe ser eliminado , y no de una parte necesaria de nuestra herencia biológica con la que tenemos que aprender a coexistir, y que ha servido y sigue sirviendo para conservarnos”. De esta idea se extrae que hay una visión negativa (que es la mayoritaria) y otra positiva del comportamiento agresivo.
El autor Alfred Adler identifica la agresividad con el deseo que tenemos los seres humanos por alcanzar el poder y conseguir la superioridad y la perfección respecto a los demás. Freud sostuvo que el hombre era autodestructor y que la agresividad era una variante de lo que él llamaba el “instinto de muerte”, en el que se defendía que toda materia tenía como final su desaparición y que nada se mantenía eternamente.
Algunos experimentos han indicado que en una parte del cerebro, concretamente, en el hipotálamo, es donde surgen los sentimientos de ira en el ser humano, que nos inducen a mostrarnos agresivos. Si volvemos al libro La agresividad humana, al autor dice que todos hemos sentido alguna vez los impulsos que podrían llevarnos a cometer un asesinato. Esos impulsos existen en nuestro interior y se encuentran reprimidos hasta que una situación nos supera en exceso. Esto no quiere decir que en circunstancias desbordantes o extremas, la respuesta sea el asesinato pues éstas no lo justifican, sean cuales sean.

Hay personas que dirigen su ira contra ellos mismos o contra el exterior y no pueden controlar su furia. Como dice Anthony Storr en el libro antes mencionado, “estos individuos han sido incapaces de integrar su agresividad de un modo positivo y, consiguientemente, cabe considerarlos como mentalmente enfermos o inadaptados” .
En concreto, existen cuatro estados mentales relacionados con la agresividad, que, en casos muy específicos, podrían convertir a un individuo violento en un asesino, y que estudiamos a continuación.

- DEPRESIÓN
Se trata de un estado de angustia en el que los sentimientos y las emociones se confunden. En ocasiones, la depresión puede conducir al suicidio. La agresividad que puede acompañar a este estado podría traducirse en asesinato y como se dice en el libro de Storr, “de cada tres homicidios cometidos en Gran Bretaña, uno va seguido del suicidio del homicida”. Un ejemplo podría ser el del marido que asesina a su esposa porque siente celos y luego, se suicida porque se ha arrepentido.

- COMPORTAMIENTO ESQUIZOIDE
Una persona esquizoide es aquella que siente una gran desconfianza hacia los demás y solo mantiene relaciones superficiales, o bien, decide aislarse del resto del mundo para evitar el contacto con la sociedad. Para estas personas, recibir amor de alguien es una humillación, una verdadera amenaza para él, pero al mismo tiempo, necesita ese amor. Este tipo de personas desprecian a todos los seres humanos y les encuentran hostiles.
Los adultos que tienen este comportamiento quieren alcanzar el poder y la superioridad (que en la página anterior se han relacionado con la agresividad), pero a la vez, se sienten débiles y vulnerables, aunque nunca lo admitirán. Cuando este estado es seguido por la esquizofrenia, el paciente imagina que ha conseguido el éxito y el poder absoluto, pero no es consciente de que su capacidad mental se lo impide.
Si un esquizoide recibe una crítica que interpreta como una ofensa, piensa en el alejamiento o el homicidio como las únicas alternativas, por lo que puede convertirse en alguien muy peligroso.

- COMPORTAMIENTO PARANOIDE
“La crueldad de los animales es en gran parte un mito; la crueldad del hombre una horrenda realidad”. Esta afirmación, extraída de la fuente ya nombrada, define muy bien lo que somos los seres humanos: personas crueles en mayor o menor grado, que nos atacamos los unos a los otros, especialmente, si hemos sufrido algún daño previamente por parte de alguien. Un ejemplo es el del niño que cuando juega en un parque, pisa a las hormigas para ver su aspecto después de muertas; éste es probablemente, el primer acto cruel que lleve a cabo en su vida, pero ni mucho menos el último.
Los seres humanos tendemos a sentir más odio y ser más crueles con quienes ya han sido vencidos que con los que se muestran más fuertes. Debemos destacar tres hechos que explican porqué somos crueles con los más débiles:
ü Podemos recordar casi todo lo malo que nos ocurre, y por eso, cuando alguien nos perjudica o nos provoca algún daño físico o emocional, no nos olvidamos nunca de ello, y solemos utilizarlo en su contra más adelante.
ü Tenemos capacidad de proyección (atribuimos cualidades a los demás, ciertas o erróneas). Por ejemplo, los esquizofrénicos paranoides, se sienten perseguidos en todo momento y por cualquier persona porque piensa que toda la gente es mala. Algunos homicidios los cometen este tipo de enfermos.
ü Somos capaces de identificarnos con otras personas, de tal manera que podemos imaginar el dolor que puede estar sintiendo alguien. El individuo sádico disfruta imaginando el dolor de otros, e incluso el suyo propio.


- COMPORTAMIENTO PSICÓPATA
Esta anormalidad aparece desde la infancia y se trata del estado que mejor explica la conducta del asesino en serie. Este tipo de comportamiento corresponde a individuos peligrosos que llevan a cabo crímenes violentos. Storr menciona en su libro que “entre la cuarta parte y la mitad de los psicópatas agresivos muestran anormalidades en los ritmos eléctricos del cerebro”. No muestran una actitud normal con la gente que les rodea, son mentirosos (suelen crearse identidades falsas y llegan a creerse sus propias mentiras), impulsivos, egoístas, etc. Son indiferentes ante las emociones de los demás y no temen el peligro, y a menudo, confunden la fantasía con el mundo real. Nunca sienten remordimientos, sea lo que sea lo que hayan hecho.
La explicación de este comportamiento en general podría ser falta de afecto por parte de las personas que debían habérselo dado cuando eran pequeños.


Enfermedades mentales del asesino
En la época primitiva, quienes padecían enfermedades mentales se pensaba que habían sido poseídos por el demonio y que en consecuencia, actuaban a su manera, pues habían perdido su propia voluntad para actuar. Aunque en esa etapa predominaba la creencia en lo fantástico, actualmente, los sangrientos asesinatos de los que tenemos noticia casi a diario y los que conocemos por la historia, nos pueden hacer pensar que realmente se trata de obras diabólicas.
Es importante comenzar con una distinción entre lo que se considera normal y anormal. Según define Margarita Ortiz-Tallo en el libro Trastornos psicológicos, “el sujeto es considerado anormal si es incapaz de ajustarse a las normas que ha establecido la sociedad o su propia cultura”. Esto se ve muy reflejado en los actos violentos. Hay que entender que ninguna conducta o acto es anormal en sí mismo, sino que la unión de diversos factores negativos o anómalos es lo que crea la anormalidad.
Comentaremos algunas enfermedades mentales, crónicas o transitorias, que afectan a la mayoría de los asesinos potenciales.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Los enfermos son personas que igual pueden sentirse alegres, tristes, melancólicos o agresivos y pueden pasar de un estado de ánimo a otro con relativa facilidad. Esto puede suponer un peligro para los demás, pues los afectados pueden sentirse furiosos de repente y cometer alguna brutalidad.
Estos trastornos pueden ser de muy distintos tipos, pero conviene destacar tres:
- Los individuos que tienen una personalidad disocial están en contra de las reglas sociales establecidas en la sociedad en la que viven. Su forma de actuar es similar a la que emplean quienes tienen un comportamiento psicópata. Cuando algo o alguien les molesta, reaccionan de inmediato, sin contar con las posibles consecuencias.
- La personalidad “límite” es aquella por la cual el individuo se muestra inconstante en sus opiniones, en la manera de considerar a sus amigos y en la visión que tiene de sí mismo (puede autoagredirse o intentar el suicidio). Esta personalidad es propia de personas depresivas, que se sienten vacías muy a menudo y buscan ideas negativas para pasar su tiempo.
- Muchos asesinos en serie son identificados con una personalidad anancástica. Son perfeccionistas, cuidan todos los detalles, defienden una exagerada limpieza y la puntualidad. Además, protegen su intimidad al máximo y a veces, pueden mostrarse dudosos e indecisos. Suelen cometer sus crímenes con la mayor exactitud, estudiando cada elemento tenido en cuenta.

TRASTORNO OBESIVO-COMPULSIVO
Se trata de una dolencia en la que el individuo se obsesiona con determinados pensamientos, imágenes, e incluso personas, y no puede apartar esas obsesiones de su mente, aunque ese sea su deseo. Esto puede provocarle ansiedad, y en ocasiones, la obsesión puede conducir al asesinato (por ejemplo, si un hombre se obsesiona con una mujer con la que no puede estar, y decide matarla). El crimen sería una forma de compulsión (acto llevado a cabo para aliviar la ansiedad), pero afortunadamente, éste no es habitual en estos casos.

DELIRIO
Está relacionado con la paranoia, y se caracteriza porque quien lo sufre, siente desilusiones constantes, que pueden hacer referencia a muchos aspectos, como la vida amorosa, su creencia en que es un individuo rico y poderoso (y luego, se da cuenta de que no es así), los celos enfermizos e injustificados y la manía persecutoria.

A continuación, se exponen algunos de los casos de asesinato más escalofriantes, cometidos tanto por hombres como por mujeres.

Jack, “el destripador”
Casi se ha convertido en una leyenda y muchos se preguntan si existió realmente, pues las autoridades británicas nunca le encontraron. Hubo muchos sospechosos de los asesinatos que cometió, pero ninguno claro.
En 1888, en Londres, este hombre mató a siete mujeres (todas ellas prostitutas), aunque las autoridades afirmaban que fueron más. Les cortó el cuello con un cuchillo cuando las sorprendió en la calle de noche, les mutiló diversas partes de su cuerpo, y en algunos casos, les extrajo los órganos con gran limpieza y precisión.
A pesar de desconocer su identidad, su nombre alcanzó tanta popularidad que ha inspirado varios libros y películas que relatan sus asesinatos.

Ed Gein
Sus asesinatos inspiraron películas como Psicosis de Hitchcock, La matanza de Texas y algunos fragmentos de El silencio de los corderos. Se trataba de un caníbal con apariencia de tímido e inofensivo, que era conocido por muchos como “el carnicero de Plainfield”.
Vivía en una granja y para todos era un hombre tranquilo y trabajador. La realidad era que asesinó y descuartizó a tres mujeres y profanó tumbas de jóvenes para llevarse sus cuerpos a casa. Utilizaba cráneos humanos como platos o cuencos, y tenía lámparas y sillas forradas con piel, además de cinturones y chalecos hechos con pezones.
Del techo de la granja colgaban cadáveres abiertos en canal y la policía también encontró partes del cuerpo de distintas víctimas, además de un corazón. Se trataba de un enfermo mental que cometió verdaderas atrocidades.
Al ser detenido, él confesó que las partes del cuerpo encontradas en su casa correspondían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio y que solo recordaba haber cometido un asesinato. Fue declarado culpable de dos asesinatos y fue internado en una institución psiquiátrica, en la que permaneció hasta que murió de manera natural.
La camioneta que utilizó para trasladar los cadáveres que extrajo del cementerio fue subastada y se expuso en ferias de Wisconsin, de donde era el psicópata.

Klaus Barbie, “el carnicero de Lyon”
Su apodo se debió a los crueles asesinatos que llevó a cabo siendo fiel aliado de Hitler.
Poco tiempo después de que el dictador alemán llegara al poder, este hombre entró a formar parte de las Juventudes Hitlerianas. Años más tarde, se afilió al partido nacionalsocialista y pronto se convirtió en alguien de confianza para el dictador.
En 1942, en Lyon, la ciudad francesa donde la resistencia era más fuerte, Klaus Barbie cometió numerosos y sangrientos crímenes entre la población. Además, torturó y asesinó al líder de la resistencia francesa.
Por otra parte, cabe destacar su crueldad hacia los niños, que quedó manifiesta cuando envió a varios grupos de ellos (con edades entre los tres y los trece años) al campo de concentración de Austzwitch, donde fueron esclavizados y posteriormente, gaseados.
Al terminar la II Guerra Mundial, fue condenado a pena de muerte por cometer crímenes contra la humanidad, pero huyó de quienes le perseguían durante cuarenta años.

Charles Manson
No fue el autor directo de ningún asesinato, pero fue el fundador en 1967 de La Familia, formada por un grupo de asesinos racistas que mataron a varias personas. Él siempre negó que existiera este grupo y hablaba de él así: “el término familia solo se utilizaba para caracterizarme como líder y hacerme responsable; lo único que hacíamos era vivir un sueño”. Se trataba de 144.000 miembros que seguían todo lo que les decía su fundador, que les hacía creer que los hombres negros matarían a los blancos y solo los integrantes de La Familia se salvarían. Se ha sabido que muchos de los miembros del grupo tenían relación con sectas satánicas.
Charles Manson cometió robos, agresiones y una violación homosexual. Se creía que tenía poderes telepáticos y que era capaz de comunicarse con sus seguidores desde cualquier lugar. En 1969, ordenó el asesinato de todas las personas que estuvieran en la casa de Roman Polanski. Allí murió la esposa del director cinematográfico y algunos invitados. Este grupo asesinó también en otra ocasión a un empresario y su esposa, y a un profesor de música, entre otros.
En un principio, Charles Manson fue condenado a muerte, pero más tarde, la condena se redujo a cadena perpetua. Actualmente, aunque él y muchos de sus miembros se encuentran en prisión, La Familia no ha desaparecido y su líder suele recibir cartas de personas que quieren formar parte del grupo.

“El gigante asesino”
Así es como fue conocido Ed Kemper debido a sus más de dos metros de estatura. Nació en 1948 en California y tuvo una infancia difícil, llena de fantasías y juegos macabros. Sus primeras “víctimas” fueron gatos, que mató de manera cruel a machetazos o enterrándolos vivos. En su adolescencia, asesinó brutalmente a sus abuelos después de pasar una temporada viviendo con ellos. Por este crimen, fue ingresado en un centro psiquiátrico, aunque salió de él unos años más tarde.
Sus impulsos asesinos se intensificaron y se dedicó a matar a chicas jóvenes, a las que metía en el maletero de su coche, las mutilaba, las decapitaba y en ocasiones, también las violaba (cuando ya estaban muertas). Provocar la muerte le hacía sentir poderoso, y no podía dejar de matar, pues sus actos se habían convertido en una droga para él. Tal era su adicción que acabó matando a su madre golpeándola con un martillo.
Tras esto, él mismo se entregó a la policía y fue condenado a prisión por ocho asesinatos. En la cárcel, se descubrió que tenía un coeficiente intelectual de 145. Se trataba de un hombre muy inteligente, incapaz de expresar sus emociones, que estudiaba al detalle a sus víctimas: cómo eran físicamente, su forma de pensar, sus valores, etc. Nunca mataba por azar.

Martina Zimmerman
Solo cometió un asesinato, pero fue tan terrible que es imposible de comprender.
De pequeña, sufrió abusos por parte de sus padres y sus padrastros. Ya adulta, se casó y tuvo dos hijos. En apariencia, se trataba de una mujer normal, pero tenía extrañas aficiones: almacenaba en el congelador serpientes, arañas y ratas, y tenía libros de magia negra y brujería. Su familia ya estaba acostumbrada a sus actividades.
Tenía un amante y le asesinó porque, según ella, él se lo pidió para alcanzar otro “nivel de existencia” y esperarla en la otra vida, ya que en ésa, siendo amantes, estaban dando un mal ejemplo a los hijos de ella. Lo electrocutó en la bañera con la ayuda de su propio ex marido y después, cortó el cuerpo en 44 trozos, que guardó en el congelador. Los pedazos fueron asados y comidos posteriormente. Cortó su cabeza y la conservó, y como ella misma afirmó: “la metía en mi cama, la besaba y la hablaba”. Para esta asesina alemana, su crimen fue una prueba de amor.
Tras confesarlo todo, fue detenida y condenada a ocho años de prisión.


Luis Alfredo Garavito Cubillos, “Goofy”
Era un hombre alcohólico y sufría depresiones continuamente, acompañadas de intentos de suicidio. Dos de sus vecinos le violaron, lo que pudo haber marcado su conducta.
Trabajaba como vendedor de artículos religiosos.
Se trataba de un asesino de niños, todos ellos con las mismas características: chicos pobres con el pelo castaño. Solían tener entre 6 y 16 años, y se los llevaba a lugares apartados donde los violaba y los asesinaba brutalmente. Incluso apuntaba los nombres de las víctimas en un cuaderno. En 1999, este colombiano confesó haber matado a 142 niños, aunque las investigaciones que se llevaron a cabo indican que pudieron ser bastantes más. El psicópata afirmó además con la máxima frialdad que “llegó un momento en el que me aburrí de asesinar niños, por lo fácil que era seducirlos y matarlos”.
Solo un niño consiguió salvar su vida, John Iván, que facilitó la captura de este asesino. El pequeño fue obligado a subir a un taxi con el psicópata, y ya en un bosque apartado, le ató e intentó violarle, pero sus gritos alertaron a otro niño que estaba cerca, y el criminal acabó huyendo. Así, los dos niños consiguieron escapar. El asesino finalmente fue capturado por la policía.


El asesino de la Baraja
Recibió este apodo porque colocaba naipes junto a los cadáveres de sus víctimas; era su manera de identificar todos sus crímenes, su sello de identidad. Nunca se ha sabido con claridad si fue un único asesino o varios, pero solo fue detenido Alfredo Galán, un ex militar y ex vigilante de seguridad que fue acusado de seis asesinatos y otros tres intentos. Asesinó a un portero, a un empleado de la limpieza (que recibió un disparo en una parada de autobús junto al aeropuerto de Barajas), mató a dos personas e hirió gravemente a otra en un bar de Alcalá de Henares, intentó matar a una pareja de ecuatorianos en Tres Cantos (disparó en la cara al chico, aunque no le mató, y la pistola se le encasquilló cuando disparó a la joven) y asesinó a dos inmigrantes rumanos a tiros.
El propio asesino confesó los crímenes, presentándose ante la policía bajo los efectos del alcohol, y afirmó que se entregaba porque se había cansado de que la policía no le encontrara. Indicó a los policías que dibujaba con un rotulador azul un punto en el envés de los naipes, lo que muy poca gente sabía, y se encontró una bala en un jarrón de su casa que coincidía con las balas utilizadas en los asesinatos. Explicó que mataba para saber lo que se siente, pero que se dio cuenta de que solo sentía indiferencia cuando lo hacía. Aunque él afirmó que elegía a sus víctimas al azar, lo cierto es que todos eran gente humilde y vulnerable, y todo parecía responder a un plan.
A pesar de esto, existen dos retratos-robot diferentes y algunos testigos afirman que hubo varios autores, que actuaban de manera diferente, pero eran cómplices.
Actualmente, Alfredo Galán está siendo juzgado por sus crímenes.

Tony Alexander King
Según sus conocidos, este británico era un hombre callado y reservado, que estaba obsesionado con la musculatura, los esteroides y el alcohol. Tenía problemas sexuales de impotencia, lo que pudo motivar las violaciones que llevó a cabo como fruto de su frustración.
Le llamaban el Asesino de la Costa y empezó estrangulando a sus víctimas hasta dejarlas inconscientes, para pasar a violarlas y asesinarlas. En 1986, fue condenado a diez años de prisión en Reino Unido por estrangular a cinco mujeres a punto de provocarles la muerte.
En 1997, se vino a vivir a España, en concreto, a la Costa del Sol. En 2003, fue detenido y confesó haber matado a Sonia Carabantes y a Rocío Wanninkhof. A pesar de esto, su madre siempre le defendió y afirmó que se habían dicho muchas mentiras sobre él.
Acaba de ser condenado a 36 años de cárcel por el asesinato de Carabantes, en el que fue muy cruel y actuó con ensañamiento. La joven tenía 17 años y fue asesinada a golpes y estrangulada, después de haber sufrido una agresión sexual.
Aún le queda el juicio por matar a la otra chica, de cuyo asesinato en un principio fue acusada una amiga de la madre de la víctima, Dolores Vázquez, que fue puesta en libertad tras ser demostrada su inocencia.

El asesino de ancianas
Se llamaba Jose Antonio Rodríguez de la Vega, y ya en su juventud, llevó a cabo varias violaciones, por las que fue condenado a 27 años de cárcel, aunque consiguió que le redujeran la pena y pasó allí solo 8 años. En aquella época, le conocían como el violador de la moto.
Se trataba de un hombre amable y de buena apariencia, que ya de adulto, se ganaba la confianza de ancianas de entre 70 y 90 años, a las que violaba y asesinaba de tal manera que parecía que sus muertes eran naturales. Se le atribuyeron dieciséis asesinatos, pero pudo haber más. En 1988, fue detenido y confesó los crímenes. Se descubrió que en su apartamento, tenía almacenados varios objetos de las víctimas, que mantenía como recuerdo, en una habitación exhaustivamente ordenada.
Durante el juicio que tuvo lugar en Santander, se mantuvo muy tranquilo, sonriente y no ocultó en ningún momento su cara, tales eran sus deseos de protagonismo. En ese momento, afirmó que todas las muertes de las que era acusado, fueron naturales, y más tarde, confesó que se movía por el odio que sentía hacia su madre y hacia su suegra.
Según contaron los psicólogos que le analizaron, tenía una gran inteligencia y se ajustaba al perfil de un criminal. Se sentía orgulloso de los asesinatos que había cometido y en una ocasión, dijo: “todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre”.
En 2002, varios reclusos de la prisión en la que se encontraba le mataron brutalmente provocándole múltiples heridas en el pecho y en el resto del cuerpo.
A. M.N

domingo, 28 de octubre de 2007

LA CRISIS ECONÓMICA DE LOS AÑOS 40: AUTARQUÍA E INTERVENCIÓN

Hay una frase de Encarna Nicolás, extraída de su libro La libertad encadenada[1] que define muy bien la situación de la economía española en la primera década del franquismo y que habla de una “traumática quiebra con el pasado inmediato, obra de corazones duros de militares victoriosos”. Para comprender esta idea, basta con comparar las rentas y la producción del año 1935 (ese “pasado inmediato”) con los datos del inicio de la posguerra y observar cómo la guerra terminó con el proceso de industrialización que había comenzado un siglo antes y favoreció así el regreso de la agricultura tradicional, que necesitó mucha mano de obra en algunos lugares. El retroceso fue significativo.
De acuerdo con la opinión de Raymond Carr
[2], la única característica de la economía no fue el racionamiento de los productos que eran escasos ni el control de los precios, sino la poca habilidad del sistema para dirigirlo todo y el hecho de que la autarquía, que se esperaba que fuera provisional, se hizo permanente.

El conflicto había provocado un descenso de un 21% del producto per cápita con respecto a 1935, y tanto la renta per cápita como la renta nacional de ese año, no se superaron hasta 1952. El presupuesto de gasto público en renta nacional se estancó, mientras que en otros países europeos se multiplicó para destinarlo a la economía, la educación y gastos sociales. La lucha bélica hizo descender la producción industrial y la de otros sectores.
El desastre económico de los años cuarenta quedó reflejado en el hecho de que España tardó entre trece y quince años en recuperarse, mientras que casi todos los países europeos lo lograron en sólo cinco. En 1950, los españoles estuvieron más lejos aún que en el año 1900 de los niveles de vida medios de los franceses, los ingleses y los alemanes. La clave de la rapidez con la que Europa salió adelante está en la colaboración económica que surgió entre los distintos países y a la que “renunció” Franco al favorecer a las potencias del Eje (Alemania e Italia) a través de su política exterior. Así, España no se benefició en absoluto del llamado Plan Marshall, conocido así porque lo promovió el secretario de Estado norteamericano George Catlett Marshall (aunque en realidad, su nombre era Programa de Reconstrucción Europea) y que se creó para volver a impulsar la economía de los países europeos, siempre y cuando éstos se comprometieron a cooperar entre sí. De esta forma, en 1947, Occidente y también los países comunistas se reunieron, pero éstos últimos finalmente optaron por seguir un plan propio. Los demás iniciaron procesos de liberalización económica y el Congreso estadounidense estableció una aportación de 13.000 millones de dólares.
No obstante, aunque España no mantuvo tal colaboración con los países aliados, siguió comerciando con ellos, aunque tiempo más tarde, se paralizó la transferencia de capital procedente del extranjero.
Por el contrario, el comercio con los países fascistas creció mucho. Prueba de ello es que más de un 25% de la exportaciones iban dirigidas a Alemania y, a su vez, ese país proporcionó casi un 16% de las importaciones.

Las autoridades del régimen dijeron que los problemas económicos en los que se había sumergido el país eran consecuencia sólo de la guerra civil, lo cual, en parte, fue cierto ya que el enfrentamiento destruyó los equipos agrarios e industriales (aunque los daños fueron menores que en otros países) y afectó más que nada al transporte y a la red de comunicaciones. Otro indicador del retroceso en el desarrollo económico fue el incremento de los trabajadores agrarios nada más terminar la guerra, que llegaron casi a 5 millones, lo que se debió al estancamiento del sector industrial que fomentó el retorno a la agricultura. Además de esto, las materias primas escaseaban, hubo restricciones energéticas y casi todas las reservas del Banco de España se perdieron, lo que condujo a una política de dinero barato que tuvo como consecuencia una fuerte inflación. A esto se unió, por otro lado, la defraudación a Hacienda que empeoró la crisis presupuestaria crónica que el Estado llevaba tiempo arrastrando, debido a que el objetivo era volver a armar al país, por lo que se mantuvo una política similar a la de guerra hasta 1957. Todas estas fueron las cuestiones más graves.
Sin embargo, el retraso se debió fundamentalmente a la autarquía que se estableció en el llamado primer franquismo, desde 1938, y a la política intervencionista que favoreció a los sectores económicos más consolidados, que casi se convirtieron en monopolios porque disfrutaron de una serie de beneficios y una mayor facilidad para acceder a las materias primas que necesitaban. Además, la unión de intervencionismo y autarquía hizo que el mercado negro, que ya existía, se extendiese.
En 1938, se creó el Servicio Nacional de Abastecimientos y Transportes y las Comisiones Reguladoras de la Producción, y por otro lado, se limitó la libertad de industria (el Instituto Nacional de Industria se creó en 1941). De acuerdo con todo esto, el objetivo económico del Régimen fue apoyar la producción nacional, con la que Franco estaba convencido de que la población saldría adelante, sin necesidad de contar con las importaciones procedentes de Europa, pues éstas se suspendieron. El dictador presumía de la autonomía económica y del aislamiento político en el que se encontraba el país: él se sentía autosuficiente. Así, en marzo de 1946, se cerró la frontera con Francia y se decidió el bloqueo de España en la Organización de las Naciones Unidas, que se había creado un año antes. El caudillo se aisló así del mundo sin darse cuenta de que no tenía los suficientes recursos tecnológicos e industriales para afrontar esa independencia.

La autarquía se estrelló (aunque las autoridades franquistas se negaron a reconocerlo) y condujo al país a una profunda crisis porque el desarrollo industrial fue más lento o incluso se estancó y España quedó atrasada respecto al resto de Europa. Fueron 12 años de pobreza para la mayoría de los ciudadanos, con mucho trabajo, pocos ingresos y una extendida miseria.
El Estado, por medio de la intervención, trató de distribuir la renta nacional de tal forma que se satisficieran los intereses de los terratenientes y los grupos industriales y financieros, y lo hizo a costa del estancamiento o reducción de los salarios de los trabajadores que, a su vez, provocó un descenso del consumo que perjudicó a las empresas de bienes de consumo. Para Glicerio Sánchez Recio, autor del libro Los empresarios de Franco (pp. 13-22), se creó “una red de intereses” para beneficiar a los empresarios y, al mismo tiempo, fortalecer al régimen
[3]. O dicho de otro modo, se trataba de que los grandes grupos económicos y el régimen colaboraran entre sí y se enriquecieran, mientras el resto de trabajadores se sumergían cada vez más en un pozo de explotación laboral y miseria.

Según dijo Michael Richards
[4] en Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión en la España de Franco, 1936-1945 (p.23):“la autoridad del régimen franquista se impuso gracias a la manipulación del abastecimiento de los bienes de primera necesidad para la población. Esto permitió que la principal preocupación de la mayor parte de la sociedad fuera la supervivencia personal y no la protesta política, y garantizó que los sacrificios que hubo que hacer durante la crisis económica de los años cuarenta los hiciera fundamentalmente la clase trabajadora”.

[1] NICOLÁS, Encarna: La libertad encadenada. España en la dictadura franquista 1939-1975, Madrid, Alianza Editorial, 2005, p.14.

[2] VV.AA.: Franquismo. El juicio de la historia, Madrid, Ediciones Temas de hoy, 2000, p.127.

[3] NICOLÁS, Encarna: op. cit. , p. 126.
[4] NICOLÁS, Encarna: op. cit., p. 114.


A.M.N

sábado, 27 de octubre de 2007

LA ESENCIA ESTÁ EN LOS DETALLES

Una casa de madera, amplia y acogedora, de esas que siempre aparecen en las películas americanas. Una mujer que es obligada a abandonarla por el impago de unos ficticios impuestos. Y un hombre que la compra para venderla más tarde a un precio mayor. El fondo de Casa de arena y niebla es bastante complejo. Los dos protagonistas pelean por una casa que les pertenece, pero no en exclusividad. Y esa pelea acaba en tragedia, como no podía ser de otra manera, para mostrarnos que cuando la vida se acaba, todo lo material no importa lo más mínimo. Se trata de un reflejo de la desesperación que podría apoderarse de cualquiera de nosotros, si de la noche a la mañana, nos viéramos sin un lugar donde vivir.
Claro está que es un reflejo llevado a los extremos, pero no demasiado alejado de la realidad.

El escondite, protagonizada por Robert De Niro y Dakota Fanning, siempre giró en torno a la insistencia de la niña por no revelar la identidad de su nuevo amigo, ese tal Charlie. ¿No hubiera sido más fácil decirlo desde el principio, y no engañar al espectador, que imagina lo que no es? De haberse revelado el misterio, no hubiera habido película, pero al menos, no hubiéramos perdido el tiempo pensando en fantasmas, para después descubrir el drama de una niña cuyo padre ha perdido la cabeza (si descubro el final, es para ahorrar desilusiones).

Una inmensa desilusión (que no recomiendo a nadie) fue Crash, esa extraña película en la que sus protagonistas practicaban sexo tras sufrir un accidente de tráfico. ¿A quién se le ocurriría semejante argumento? Imagino que al director, que se atrevió a mostrar el sexo como algo más importante que cualquier otra cosa, incluso más importante que la vida de una persona. Vi la película atraída por lo que contaba la historia, lo reconozco, pero en el fondo, pensaba que sería algo más serio, que los protagonistas reconocerían su problema. Sin embargo, el diálogo escasea (y casi mejor) y la película aburre hasta límites insospechados. Cabe preguntarse cómo los actores aceptaron trabajar en ella. No encuentro respuesta.

Nada que ver con 21 gramos , que contó con un excelente reparto formado por Sean Penn, Naomi Watts y Benicio del Toro, y que nos contó una historia que día a día viven miles de personas sin saberlo. Cuando una persona muere, sus familiares pueden autorizar para donar alguno de sus órganos, pero no suelen conocer a la persona o personas que los reciben. En esta historia, sí llegan a conocerse: la mujer del fallecido en un atropello y el hombre que recibe su corazón y salva así su vida. El tercero en discordia es el autor del atropello, que desconoce las consecuencias de su accidente. Vida y muerte, desesperación y esperanza se entrecruzan para unir a tres personas muy diferentes, que se necesitan irremediablemente.

A.M.N

viernes, 26 de octubre de 2007

VIP´S, UN RESTAURANTE DIFERENTE


La mayoría de personas a las que pregunten les dirán que es un restaurante caro en relación con las comidas que ofrece. Otros, quizá, les dirán que se trata de un servicio más de comida rápida. Realmente, si hay una característica que define a este lugar, esa es la innovación.
Es una establecimiento que combina el ocio y la hostelería, mediante un espacio destinado a la venta de libros, prensa, música y comestibles, y otro reservado al restaurante en sí mismo. Los clientes encuentran así el lugar idóneo para hacer pequeñas compras y al mismo tiempo, disfrutar de comidas que van más allá de lo habitual. Para muestra, un botón: los sándwich mixtos de Vip´s añaden al queso y el jamón york habituales unas lonchas de bacon, mayonesa, ketchup y unos jugosos huevos revueltos. Otra versión del tradicional sándwich incluye pequeños trozos de pollo.
Una cualidad importante de los platos también es el modo de servirlos. Podemos encontrar mini-sándwich dispuestos en forma de cruz y rodeados de ensalada; patatas camperas colocadas junto a un cuenco central que contiene la salsa que las hará exquisitas; o los ricos postres, siempre muy apetecibles. Las tartas de manzana o chocolate, las copas de helado cubierto de sirope o las tortitas con nata son algunas de las tentaciones que podemos degustar tras la comida.
Todo esto sin olvidar que aquellos que lleguen solos y deseen tomarse un café a media tarde o quizá, tan solo una ensalada para comer, pueden hacerlo en una barra situada junto a la cafetería que se antoja mucho más íntima.
El trato recibido por parte de los camareros siempre es cordial y en todo momento, se muestran dispuestos a informar de las últimas novedades y ofertas.

Este restaurante, sin ser un sitio excepcional, es uno de los preferidos por los españoles.


A.M.N

jueves, 25 de octubre de 2007

HUESOS FRÁGILES TODA LA VIDA


Enfermedad rara. Así es como denominan muchos la dolencia de los huesos de cristal, un mal que hoy en día afecta a unos 2.500 españoles y sobre el que se investiga muy poco o casi nada. Varias organizaciones se han unido para dar a conocer esta enfermedad en distintos ámbitos de la sociedad, pero, aún así, los conocimientos sobre ella siguen siendo muy escasos. Falta de interés, de motivaciones económicas o el reducido índice de enfermos pueden ser las causas por las que muchos médicos no se atreven a avanzar en sus investigaciones.

Pocos han oído hablar de la Osteogénesis Imperfecta, pero los que la sufren saben muy bien de qué se trata y sus terribles consecuencias en la vida diaria. Vanesa Simancas, trabajadora social de la Asociación Huesos de Cristal de España (AHUCE), cuya sede se encuentra en Madrid, afirma que es triste que no se investigue sobre esta enfermedad porque la incidencia en la población es muy baja y, por tanto, no se genera dinero para los tratamientos ni para las farmacéuticas: “te das cuenta de que todo se mueve por dinero y por intereses”. Esa es la realidad.

Esta dolencia debilita los huesos y favorece las fracturas como consecuencia del defecto o la falta de colágeno del tipo I , que es una proteína que mantiene fuertes y sanos los huesos. Se trata, según Simancas, de “una gran fragilidad ósea”.
En casos graves, puede afectar a los oídos, al corazón o incluso a los ojos, pues el colágeno está presente en todo nuestro cuerpo. Entre los síntomas, destaca fragilidad en los huesos, musculatura débil, cansancio, dolor general, baja estatura y estreñimiento, aunque no todos suelen manifestarse. Puede ocurrir además, que la enfermedad venga acompañada de la llamada Dentinogénesis Imperfecta, que es similar, pero afecta a los dientes.

Los “huesos de cristal” no tienen cura, son muy difíciles de diagnosticar (aunque hay casos excepcionales en los que se detecta nada más nacer) y pueden afectar a cada persona de manera muy distinta. Algunos enfermos no sufren apenas fracturas a lo largo de su vida, mientras que otros pueden tenerlas de manera habitual porque no se curan correctamente o porque sus huesos son extremadamente débiles.

Actualmente, no existe ningún medicamento ni terapia que pueda curar definitivamente la Osteogénesis Imperfecta, pero los enfermos disponen de tratamientos paleativos que les permiten mejorar su calidad de vida, lo que ha sido muy positivo en relación con las generaciones anteriores, que no contaban con tales avances. “Al principio, no se les consideraba discapacitados, y ahora, gracias a que ellos se han agrupado, han luchado y han reivindicado sus necesidades, se está consiguiendo mucho”, afirma Simancas. La prueba de este reconocimiento se encuentra en una proposición no de ley que reconoce la necesidad de rehabilitación con un tratamiento crónico. Esto supone un gran avance, ya que la Seguridad Social sólo proporciona tratamientos durante un breve período de tiempo, y lo necesario es que sean para toda la vida.

Además de estos tratamientos, otra forma de incrementar la calidad de vida de los afectados es una intervención quirúrgica en la que se colocan clavos en los huesos largos que están dañados, y así, se hacen más resistentes y se evitan deformaciones. Sin embargo, en España, tan solo hay cuatro o cinco médicos de referencia y, entre ellos, el doctor Parra y su equipo de especialistas en el Hospital Universitario de Getafe son los únicos que se atreven a realizar este tipo de operación, incluso en niños pequeños.

Es un hecho que en España no se investigan las enfermedades “raras”, pero no hay que ignorar que hay bastantes casos de Osteogénesis en nuestro país, y es por eso que, agrupaciones como AHUCE seguirán luchando para que se investigue y se favorezca cada vez más la integración de las “personas de cristal” porque aún les queda mucho por hacer.
ALICIA MARTÍN NÚÑEZ
18/12/06

BIENVENIDOS A LA ABUBILLA

Acabo de comenzar 4º curso de Periodismo, pero sé que me queda mucho camino por recorrer.
Me encanta escribir, trasmitir ideas por medio de las palabras y dar a conocer asuntos que pienso que los demás deberían saber y tener próximos. Cada vez que escribo, intento contar historias reales o ficticias mediante frases coherentes, dinámicas y ricas de contenido, aunque no resulta fácil lograrlo y requiere un esfuerzo constante. Por eso, a través de este blog, que he pretendido crear como si se tratara de un periódico electrónico, mi objetivo será aportar conocimiento y datos interesantes a todos aquellos que quieran y piensen que puedo ser una fuente. Quiero mejorar en algo que me parece que sé hacer: comunicar por escrito.
Para todo esto, cuento con vuestras sinceras opiniones y sugerencias. Muchas gracias.
ALICIA M.N.